jueves, 26 de marzo de 2009

Triple salto mortal sin red

Mi vida es una verdadera locura. No podía ser de otra manera, soy Abdul AlHazred, y en estos momentos estoy sujetándome el turbante con una mano para que no se me vuele en la montaña rusa.

Abandono la relativa estabilidad y comodidad de mi actual empleo para sumergirme de lleno en lo que vengo persiguiendo desde hace bastante tiempo, la universidad. A partir del próximo día 1, me incorporo a hacer una interinidad como sustituto a tiempo completo, hasta finales de curso, cubriendo la baja de maternidad de una profesora -que me dio clase hace unos 3 ó 4 años, no te lo pierdas-. La pega, pues que es de la rama de lingüística, morfología y demás. Tema árido y ajeno a mí donde los haya, pero eso es lo de menos. A empollar clases :D

Pros? Pues todos menos que el tema no me apasiona.

Contras? El salto al vacío, porque en principio esto es para unos meses, y después, se acabó. En esos meses, desde luego, espero que resuelvan satisfactoriamente alguna de las becas doctorales que he solicitado. Si es así, vendrá todo rodado. Si no, habrá que buscarse otra cosa debajo de las piedras.

Reacciones? Ayer daba, literalmente, saltos por la casa cuando me llamaron. Después vino el bajón por el marrón de dejar lo que tengo ahora, después la comedura de cabeza, después el terminar de verlo claro y decidirme y, ahora, un 50% de acojonamiento absolutamente y un 50% de alucine total.

Madre mía la que se me viene encima :P

J.

martes, 24 de marzo de 2009

¿Hasta dónde llegan tus ganas de investigar?

Los últimos días han sido de locos. A la 'sesión de control' (satisfactoria en todos los niveles) que tuve con el grupo de investigación la semana pasada, le he tenido que sumar una nueva batallita que me ha estado quitando el sueño durante los últimos 10 días.

Ha salido convocada una nueva beca doctoral, de características bastante similares a la archiconocida FPU (de la que sigue sin haber noticias importantes), y he tenido que volver a perder una ingente cantidad de horas para completar la solicitud.

Para todos aquellos que nunca han hecho algo de este tipo, os comento que normalmente se abren dos frente muy claros:

1.- Por un lado, pelearte con la documentación que necesitas presentar, incluyendo títulos escaneados, memorias de una veintena de páginas en las que tienes que contar cosas que no sabes cómo, cuándo ni si vas a hacer siquiera, resúmenes y reorientaciones de la tesis doctoral, favores variados a varios miembros del departamento, reuniones con el director de tesis, etc. Hasta aquí, todo más o menos normal.

2.- En segundo lugar, hay que pelearse con las formas para solicitar las ayudas/becas. Cada vez más se está poniendo de moda el obviar el papel físico, pasando directamente a documentación electrónica. Ya pasó con la FPU, y ahora ocurre con esta nueva beca, pero con un desagradable añadido: la interface de entrada de datos es compleja, poco intuitiva y desalentadora en términos generales. La cosa va más allá, pues no se trata simplemente de conectarse a internet y meter datos, sino que hay que conseguir cosas de las que yo había oido hablar en mi vida, solo lejanos rumores, tales como certificados de firma digital y similares.

Esos certificados, para que nos entendamos, autentifican tu identidad, por lo que dan validez a la documentación que estás cumplimentando como si la estuvieses firmando de tu puño y letra.

Obtener el certificado de firma digital de marras no es demasiado complicado, si se sabe por dónde se anda. Hay que hacer una tramitación online, luego pasarse por una entidad oficial (ayuntamiento, delegación de hacienda o similar), y volver a realizar una tramitación vía web, que dejará, en teoría, dicho certificado instalado.

Ya de por sí resulta cuanto menos molesto tener que salir antes del trabajo para poder solicitar el dichoso certificado. Si a eso le sumamos que luego vamos a encontrarnos imprevistos tales como que dicho certificado no funciona como debiera en nuestro navegador, las cosas se empiezan a poner patas arriba. Firefox es maravilloso, pero los certificados parecen no querer entenderlo. El resultado son mil llamadas telefónicas -muy correcta y profesionalmente atendidas, todo hay que decirlo- al servicio técnico de la aplicación telemática, para que me cuenten qué hacer.

Por si fuera poco, todo el proceso lo llevas a cabo realmente acojonado, porque los certificados son un tema bastante delicado en términos de privacidad, y si por cualquier motivo desinstalas/pierdes/corrompes el que tienes, estás verdaderamente jodido.

El caso es que hace un par de horas, por fin, he conseguido terminar la solicitud. No voy a entrar en detalles sobre los numerosos inconvenientes que he ido encontrando -gracias a Cthulhu, me conozco ya estas historias y he sido previsor con los plazos y no me ha pillado el toro-, pero hay algo que me ha quedado clarísimo, y es que si no tienes unas buenas nociones informáticas, estás jodido de todas todas.

Soy filólogo, pero gracias a Azazoth tengo antecedentes informáticos y no se me dan mal estas cosas. Pero estoy intentando visualizar a un pobre historiador, biólogo, filólogo o cualquier otro especialista no especialmente diestro en temas de informática, con la pantalla llena de errores sobre certificados, rutas de acceso no válidas, consolas java, incompatibilidad de navegadores, importación de rutas y certificados digitales y similares. Se te tiene que caer el alma a los pies. Después de pegarte la trabajera del siglo redactando un proyecto que vaya usted a saber si le va a entrar por el ojo al evaluador de turno, te encuentras ante la impotencia, a las 10 de la noche, de que no puedes subirlo a la aplicación telemática, el plazo se acaba y el teléfono de ayuda -en el que te cuentan cosas que no te enteras- está inoperativo desde hace dos horas.

Todo esto recuerda bastante a cierto texto de Rompememes, real como la vida misma.

Desde luego, compadezco a todo aquel que esté en estos momentos, contrarreloj, intentando organizar la solicitud...

J.

viernes, 20 de marzo de 2009

Noticia breve: Mi gozo en un pozo

Pues vaya... Michel Houellebecq ha confirmado que se descuelga del programa de la Cosmopoética debido a 'graves problemas personales'. ¿Se habrá peleado con su madre o algo así? :P La verdad es que vaya putadilla, porque ya estaba yo pensando liarla parda y preguntarle por Cthulhu en medio de un auditorio de viejunas con pieles y muy maquilladas que no tienen muy claro quién es quién pero que les mola estar allí figurando... :|

El caso es que se están barajando varios nombres para cubrir el importante hueco que deja el francés en el festival este año. Dos de los que suenan con más fuerza son Saramago y Günter Grass, de los cuales yo preferiría francamente el segundo.

Repasando la trayectoria de Cosmopoética, la verdad es que se han buscado ellos solos el 'problema'. Creo que en todas y cada una de las ediciones han traido un premio nobel, de Derek Walcott a Seamus Heaney, y claro, ahora hay que volver a dejar el listón alto, y cuando el peso pesado del evento te deja colgado a un mes de su intervención, la verdad es que el marrón es como un puño. A ver qué se sacan de la manga en la organización... suerte para ellos.

J.

martes, 17 de marzo de 2009

Poe: B-Sides

Volver a Poe ha supuesto una gratificante experiencia que me ha reportado bastantes sorpresas agradables. Pensaba, iluso de mí, que tenía una visión más o menos global de la obra del autor. Hasta ahora había leído bastante suyo, esto es, lo que casi todo el mundo conoce: Hans Pfaall, Arthur Gordon Pym, Los crímenes de la calle Morgue, El tonel de amontillado, La caída de la casa Usher y similares. Pero eso es sólo la punta de un iceberg enorme, los singles y 'hits' de un disco tremendo.

He descubierto facetas en Poe que consideraba inexistentes, tales como la sátira política y social, en El hombre de negocios, Cómo escribir un artículo a la manera del Blackwood o El diablo en el campanario. Pero hay más. El bostoniano es capaz de crear verdadero humor, en ejemplos de la talla de Por qué el pequeño francés lleva la mano en cabestrillo o El hombre que se gastó. Hay ciencia ficción que haría ruborizarse a los guionistas de 'Armajernón', en una pequeña joya titulada La conversación de Eiros y Charmion.

Pero es que, además, hay verdaderas obras maestras que, para mi gusto, superan con creces algunas de sus obras más conocidas. Me remito a El rey Peste, un magnífico relato de lo grotesco en pleno Londres apestado, que bien podría haber firmado -o filmado- Tod Browning, o un muy inquietante El hombre de la multitud, que hace que mires con desconfianza a tu alrededor en medio de la ciudad.

Poe, que a efectos académicos no deja de ser para mí el punto vital de unión entre la tradición gótica y H.P. Lovecraft, se despliega con una fuerza impresionante cuando te hundes en sus obras completas de ficción, ya que su alcance va más allá de lo meramente terrorífico o grotesco. Innovador en lo tocante a técnicas narrativas en el género, Lovecraft le debe mucho más de lo que dice y se dice, pues aunque es bien cierto que el de Providence fue confeso seguidor de Poe, tengo la intuición de que el alcance de esta admiración no ha sido valorado suficientemente.

Ahora, unos datos curiosos:

* "Tekeli-li! Tekeli-li!", que los seguidores de de Lovecraft reconocerán como uno de los símbolos más terroríficos de su obra En las montañas de la locura, es un homenaje a La narración de Arthur Gordon Pym, donde encontramos esa expresión en boca de unos salvajes en el Polo Sur.

* Dagón, aquel simpático dios primigenio que se dedica a acarrear un monolito de un lado a otro -y cuyo origen inicial se remonta a la cultura filistea-, es nombrado en un relato de Poe de cuyo título no puedo acordarme en este preciso momento.

* En La narración de Arthur Gordon Pym se describe un abismo de piedra negra que recuerda muchísimo al escenario en el que el anteriormente citado Dagón aparece en el relato homónimo de Lovecraft.

* Poe será pionero en el uso de la narración en modo de confesión -diario, carta...- en primera persona para aportar verosimilitud al imaginario que presenta. Lovecraft seguirá y pulirá sus pasos.

* Mientras que la tradición gótica clásica gusta de localizar las historias en medio de ruinas, castillos y similares, Poe (y después Lovecraft de manera más acusada) se llevan muchas veces la acción a la ciudad, a la casa de al lado.

J.

martes, 10 de marzo de 2009

Eyes wide closed - Paralelismos y serendipias

El pasado sábado se cumplió el décimo aniversario de la muerte de Stanley Kubrick. Hubiera sido muy injusto con él si no le hubiese dedicado al menos una tardía entrada. Y es que, de alguna extraña manera, la figura de Kubrick guarda un cierto paralelismo en ciertos aspectos con la de mi propio padre. Podríamos decir que Kubrick aumentó la curiosidad que mi padre despertó -sin saberlo yo siquiera- en mí en materias de cine y fotografía.

Mi padre nos llevaba al cine a los tres hermanos todos los sábados, a ver infinidad de cintas ochenteras. Yo me lo pasaba como los indios, y también me regocijaba al pensar que mi padre había disfrutado de títulos tan punteros como Los bicivoladores o todas y cada una de las entregas de Loca academia de policía, pues interrogado a la salida del cine, el pobre solía comentar que la cinta había sido 'entretenida'. Con la perspectiva del tiempo, llegué a descubrir que para él, 'entretenida' era un educado y respetuoso para con sus hijos eufemismo de 'menudo coñazo me habéis vuelto a hacer tragar'. Pero también soy positivamente consciente de que fue con él con quien vi 2001, y salí del cine mareado. Fue a él a la primera persona a la que escuché hablar de La naranja mecánica y su reacción al verla en el cine cuando la estrenaron -y joder, tomé nota mental de aquella peli, vaya si la tomé-.

Mi padre tenía un estudio casero de fotografía. A mí aquello me resultaba como de ciencia-ficción, una maquinaria así bastante extraña, todo muy oscuro y con pinta de caro y raro. A mí lo que me gustaba era su Polaroid, porque apretabas el botón y, como por arte de magia, salía el papel fotográfico. Lo abanicabas unos segundos y se iba formando la instantánea. Eso sí que era tecnología, y no aquel rollo de máquinas, líquidos extraños y misterio sobrenatural.

En las estanterías había varias colecciones de libros de fotografía, que alguna vez examiné con algo de curiosidad, que desapareció con rapidez cuando me sumergí en el mundo de -ahora lo reconozco- Man Ray.

Muchos años después (¡bueno, no tantos, coño!), me marché a Estados Unidos un año, y me llevé una pequeña cámara de fotos digital compacta. Allí, presa del aburrimiento, la desidia y los alucinantes rincones que encontré, comencé a cogerle el gustillo a eso del objetivo y descubrí que la fotografía iba mucho más allá mirar por la pantalla y apretar el botón. Me traje de allí una reflex digital y un montón de ganas de aprender.

Kubrick, por su parte, fue descubierto por un servidor en los años tempranos de la adolescencia, a raiz de La naranja mecánica, que llegó a mis manos en el último año de colegio (¿13 añitos?), unos meses después de aquel comentario escuchado a mi progenitor. Quedé alucinado con la cinta, y busqué y rebusqué por videoclubs el resto de la filmografía del director. Poco a poco, fui asimilando -si Kubrick puede llegar a asimilarse- su obra, leyendo cosas aquí y allá, aprendiendo curiosidades, fijándome en detalles que se me habían pasado en visionados anteriores. Empecé a descubrir la importancia que el director neoyorkino le daba a la música, y comprendí la importancia de la fotografía dentro del cine, campo en el que el director de Eyes Wide Shut destacaba de lejos.

Hace no demasiados años realicé un trabajo de lingüística aplicada a esa cinta de Kubrick. El resultado, todo hay que decirlo, fue cuanto menos notable (de hecho, darle salida en forma de publicación está en la lista de tareas pendientes). De ese trabajo recuerdo muchísimas cosas, pero sobre todo el análisis de una escena en la que los dos protagonistas, Tom -teodio- Cruise y Nicole -mepaséconelbótox- Kidman, discuten en su habitación. Creo que me conozco esa escena de memoria, y la he estudiado hasta el último detalle. No os la voy a explicar porque no tengo ganas, espacio ni tiempo. Pero os aseguro que es increíble.

La escena, que youtube califica con contenido para adultos, no sé si será accesible en el vídeo desde aquí. Si no, os tocará entrar e identificaros para poder verla si queréis. El link es éste.



Ah... para continuar los paralelismos. Los dos murieron el mismo año. Y los dos tenían barba :D

J.

jueves, 5 de marzo de 2009

Mickey Rourke contra las cuerdas

Muchas voces coreaban que El luchador era el retorno triunfal de Mickey Rourke a la gran pantalla -supongo que olvidando que en 2005 encarnó con bastante solvencia a Marv en Sin City-, en una obra que lo lleva a lo más alto, redimiendo sus pecados.

Sentía bastante curiosidad por saber qué hacía el amigo Rourke en la piel de un luchador en horas bajas de ese espectáculo de la cutrez con testosterona que es el pressing catch.

El caso es que la película se deja ver bastante bien. Tiene unos compases iniciales que resultan muy curiosos para todo aquel que, como mi generación, creció viendo los mamporros increíbles que se pegaban aquellos grandullones encima de un cuadrilátero. Se explica el mundo del espectáculo desde el otro lado, desde los camerinos, donde se acuerdan los golpes, trucos y resultados, y donde hay un fuerte sentimiento de camaradería entre los actores-luchadores muy diferente de lo que se apreciaba por televisión. No creo que nadie se creyese que aquellos soplamocos eran de verdad, pero no deja de ser curioso para un profano total en la materia que te metan entre bambalinas y veas cómo se cuece una noche en la ópera...

Rourke interpreta a una vieja gloria de la lucha libre. Vivió momentos de triunfo a finales de los ochenta, pero ahora malvive solo en una caravana, peleado con su único familiar, su hija adolescente, y enamorado de una stripper madre soltera. Se dedica a luchar en escenarios de segunda -y tercera- categoría, compaginando las tortas con trabajos en un hipermercado.

Un ataque al corazón da un giro a la historia y hace que The Ram, nombre artístico del luchador, se replantee su vida e intente darle un nuevo rumbo cuando se le aconseja encarecidamente que deje la lucha si no quiere, literalmente, dejarse la vida en el ring.

La historia, desde luego, tiene muy poco, por no decir absolutamente nada, de original (salvo el trasfondo peleón de la misma). Los personajes son clichés vistos una y otra vez, el gatillo que espolea la acción -el ataque al corazón que muerde la vida del protagonista y lo pone al borde del abismo- ha sido usado en infinidad de ocasiones para motivos similares (El hijo de la novia, por nombrar una), las situaciones han sido vistas una y otra vez... Sin embargo, se deja ver.

Pese a la falta de originalidad, El luchador tiene algunos aspectos que hacen que la película se salve de la quema. Por un lado, la interpretación de Mickey Rourke, desde luego, que saca agua de donde no la hay, esto es, de un rostro raruno, de un tipo con la cara más o menos envilecida por el bótox, que borda un papel de hombre con buenas intenciones pero mala memoria y poco acierto. En segundo lugar, no podemos olvidar que el director de la cinta es Darren Aronofsky, director de, entre otras, Requiem por un sueño y Pi, y se nota en la forma en que la película está construida, presentando algunas escenas verdaderamente para enmarcar, como la firma de autógrafos de viejas glorias de la lucha libre, en las que The Ram hace un barrido por aquellos con los que tocó el cielo, y ve el pozo en el que todos se encuentran, o la entrada triunfal del protagonista a la sección de charcutería del supermercado, como si se estuviese preparando para el combate de su vida. Tenemos también un final sello de la casa Aronofsky -cuidado que me cargo la película ahora-, donde la redención es parcial, por no decir inexistente, donde debería sonar "The Show Must Go On", donde el espectáculo se come a las personas. Y, finalmente, no podemos olvidarnos de una banda sonora genial, aderezada por temas de Guns N'Roses, Scorpions, Springteen...

Tal vez sea que tengo cierta predilección por las películas de (no)redención, pero pese al tono altamente previsible del conjunto, El luchador fluye y entretiene.

J.

martes, 3 de marzo de 2009

Investigando: Puesta al día

Este blog nació en principio como reacción a la política dictatorial de fotolog y, además, como una especie de diario de abordo de una tesis doctoral. Después, fíjate, ha quedado en lo presente, mutando como la propia tesis.

Está feo, no obstante, que no comente las evoluciones -o involuciones- que voy experimentando a lo largo del tiempo con la tesis, las becas y demás. Pongámonos al día:

La FPU, aquella famosa beca que me trajo de cabeza el año pasado, está de nuevo pedida para éste. Parece que los trámites van este año con tres meses de adelanto, así que, cruzando los dedos, puede ser que para mayo sepa más o menos si voy finalmente a conseguirla o no. Bien es cierto que ya no es una necesidad mayor -aunque sí importante- pues afortunadamente disfruto de un puesto de trabajo que me permite dedicar la mayor parte de las tardes a investigar en casa.

En estos momentos me encuentro enfrascado en la memoria de máster, que será, casi con toda seguridad, utilizada como primer capítulo de tesis posteriormente. Sin título ni siquiera tentativo todavía, la memoria analiza el linaje textual de Lovecraft, esto es, las influencias más y menos indirectas que recibió el autor. La primera, y con la que sigo enfrascado, es, evidentemente, Edgar Allan Poe. Al leer de nuevas algunas de sus historias y releer otras, van surgiendo cosas interesantes (Poe menciona a Dagón -en su origen un dios filisteo- en uno de sus relatos), y la atención se está centrando en temas de alteridad, comunidades, degeneración y decadencia de linajes y otras lindezas por el estilo.

Además, ando peleándome con Modern Romance and Transformations of the Novel, de Ian Duncan, un volumen complejo pero interesante, así como varias lecturas paralelas. El truco está, simplemente, en no volverse loco ;).

Por otra parte, soy ya miembro oficial del grupo de investigación con todo lo que ello conlleva. Comienzan ahora una serie de 'sesiones de control' propuestas por todos nosotros, en las que cada uno de los miembros vamos a ir exponiendo en qué andamos trabajando. A finales de este mes me tocará a mí exponer a un buen número de cabezas inmejorablemente amuebladas literariamente de qué va lo mío, y qué progresos llevo. Me ofrecí voluntario para ser el primer conejillo de indias ya que es una forma de motivarme y forzarme a ponerme las pilas con una memoria que, si todo va bien, debería de leer en junio-julio (septiembre si la cosa se retrasa demasiado).

Estas sesiones, además de darnos una idea más o menos genérica de en qué andamos los miembros del grupo, nos vendrán bien también -a mí por lo menos- para poder hablar tranquilamente de literatura, que es algo que en mi trabajo actual escasea por ser un campo totalmente diferente.

Por otra parte, estoy dándole vueltas a la cabeza para meterme, cuando Poe me sature, en alguna otra cosa, para llevarla en ratos sueltos y poder desconectar un poco de lo mismo. No tengo todavía claro el qué, pero es probable que sea algo relacionado con cine. Ya iré informando. Por lo pronto, hasta el 20 de marzo estaré a tope con la memoria, porque quiero sacar el máximo provecho de la sesión de control, que puede ser bastante enriquecedora. A ver qué les cuento :P

J.