martes, 26 de abril de 2011

Hablemos de Res publica

«Ningún pensador europeo parece chocado por la brutal naturaleza de los partidos estatales, convertidos en órganos del Estado, financiados por el erario público, dotados de privilegios que no tienen los particulares y concesionarios del monopolio legal de la acción política. ¿Acaso hay diferencia de naturaleza entre un sólo partido estatal o varios partidos estatales?» (Antonio García-Trevijano).

En España fallan muchas cosas. Demasiadas, posiblemente. Entre ellas, la percepción de la realidad de un gran número de personas, incapaces de ver más allá de lo que le dictan los medios, cegadas por luminosos en los que se leen, en llamativos colores brillantes, palabras como "democracia", "libertad", "igualdad"...

Basta tener un mínimo de sentido común y unas mínimas nociones sobre los más elementales principios de los sistemas de gobierno para empezar a ver la punta de un iceberg que se pretende ocultar y camuflar de lo que no es.

El próximo jueves, 28 de abril, a las 7 de la tarde, Antonio García-Trevijano impartirá la conferencia "Hablemos de Respública: Monarquía, crisis y República Constitucional", y presentará su libro Teoría pura de la República en la Facultad de Derecho de Córdoba.

Antes de que decidas si vas o no vas a asistir, te dejo algunas preguntas y reflexiones:

- Próximamente se llevará a cabo en España esa ilusión de capacidad de decisión llamada elecciones. ¿Sabes que tu voto no tiene el mismo peso que el voto de alguien de otra comunidad autónoma diferente? La máxima 1 persona = 1 voto es inexistente.

- ¿Recuerdas cuándo fue la última vez que el pueblo tuvo el poder para hacer dimitir a algún político?

- Uno de los pilares básicos de la Democracia es la separación de los tres poderes (judicial, legislativo y ejecutivo). ¿Nunca te has parado a pensar por qué razón con cada cambio de signo en el gobierno hay un cambio en los jueces del Tribunal Supremo?

- Cuando ejerces tu derecho al voto, ¿conoces a alguien más en la lista a la que votas, además de al cabeza de lista?

- Según el artículo 56.3 de la Constitución, "La persona del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad". La irresponsabilidad del rey también significa que se exonera al monarca de toda responsabilidad, no ya jurídica, sino política, por los actos que como tal rey lleva a cabo. El rey es irresponsable de sus actos porque nunca puede actuar solo ("the king cannot act alone", decían los británicos) y, en su lugar, responden quienes, mediante el refrendo en sus diversas formas, asumiendo los actos regios, los posibilitan. (Fuente aquí).

- ¿Qué puedes hacer para cambiar todo esto?

J.

martes, 8 de febrero de 2011

Una reflexión sobre los juegos de mesa

La vida, cuando empiezan a amontonarse los años, pasa factura en forma de falta de tiempo, entre otras lindezas. Hace años podía jugar al rol con asiduidad, podía dedicar horas a preparar un ejército de Warhammer, Warzone o del juego de miniaturas que se terciase. Con la llegada de las responsabilidades -tanto mías como de mis compañeros de frikismo- en forma de trabajo, pareja, algunos hasta niños... todo se complicó un poco, y la última partida de rol que jugamos, a Cthulhu, fue una auténtica odisea de correos electrónicos para fijar una fecha -y sólo una, todo debía acabarse en esa tarde-.

Hace cuatro o cinco años que entré de lleno en el mundo de los juegos de mesa, ya que nos proporcionaban nuestra ración friki en píldoras comprimidas, ya sea de 20 minutos o de 5 horas, según juego.

Como suele ocurrir, llegamos al barco de la diversión de mesa más allá del Monopoli y el parchís bastante tarde. Se tarda muy poco, una vez empiezas a interesarte por Arkham Horror y demás familia, en darse cuenta del enoooooooorme universo que hay alrededor del juego de mesa, y que existen temáticas y sistemas de juego para todos los gustos.

Con el paso del tiempo he ido reuniendo una pequeña colección de juegos, bastante heterogénea, que sumada a las colecciones del círculo que me rodea, hace que tengamos entretenimiento para rato.

El caso es que cuando uno empieza a meterse más a fondo en el asunto, comienza a leer metaliteratura sobre los juegos, foros, autores, creadores, editoriales, formatos... a veces da la impresión de que eres idiota o algo. Veamos por qué.

Hace un tiempo llegué a un foro cuyo nombre voy a obviar, aunque de sobra conocido por casi todo el que está en este mundo, en el que se hablaba sobre el esnobismo en los juegos de mesa. Se discutía la existencia de un perfil de jugador que sólo juega a las últimas novedades, y que suele tener enormes colecciones de juegos que ya no utiliza. Lo curioso es que este perfil era duramente atacado por un usuario que aseguraba no ser esnob, pero que confesaba tener la friolera de 600 juegos de mesa. 600 putos juegos. ¡Yo tengo unos 30 ó 40 y estoy empezando a pensar en alquilar un local para guardar los que estén por venir! La cuestión es que NADIE, NADIE tiene 600 juegos de mesa y juega a todos. Con mi (ahora puedo decirlo) modesta colección, hay varios que han caido en el olvido por tiempo indefinido, así que no me quiero imaginar si tuviese 10 ó 20 veces más cajas. No está mal para empezar.

Para continuar, alguien hablaba por otro sitio de los juegos con alma vs. juegos 'muevecubos'. Sí, eso. Se discutía sobre los juegos que tienen 'algo más', un 'alma' que los hace diferentes al resto de juegos que son simplemente un sistema para mover cubos y tirar dados. ¿Juegos con alma? ¿Esto son los efectos secundarios de meterse en este mundo? Si la respuesta es afirmativa, voy a empezar a vender toda mi colección...

A ver, yo llevo en esto de ocio -en forma de juegos de rol, videojuegos, wargames, juegos de mesa, cartas...- toda mi vida, y nunca me he puesto a discutir sobre el sexo de los ángeles de esta manera. Mi inquietante duda es que si nuestro reducto de 'marginalidad social' que era el frikismo está siendo invadido por gente que se plantea intelectualizar algo tan liviano -no por ello menor ni trivial- como quedar con unos amigos para desconectar de la vida real y ser un elfo, un empresario de energías renovables, un agricultor o un estratega militar, tal vez esto se nos esté yendo de las manos y esté dejando de ser tan bonito como era antes.

J.

domingo, 26 de diciembre de 2010

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viernes, 24 de diciembre de 2010

Leyendas ocultas

Cuando estuve en Brown hace algunos años, tuve la oportunidad de estudiar algunos manuscritos, cartas y demás originales de Lovecraft. Entre ellos, había un texto que, por razones que pronto comprenderéis, no ha salido a la luz. Se trata de una carta de Lovecraft escrita a Lord Dunsay en la que hablaba de quién era realmente Abdul Alhazred.

Se ha aceptado comúnmente que el nombre de Abdul Alhazred fue una invención del Lovecraft niño, influenciado por su lectura de Las Mil y Una Noches, pero la versión que el propio HPL relata difiere bastante de la oficial.

Cuenta Lovecraft que descubrió, en 1912, un papiro manuscrito tremendamente antiguo en los depósitos de Brown. Dicho manuscrito narraba, en árabe, la historia acontecida hace unos 2000 años en Oriente Medio. Cuenta la tradición que nació un niño destinado a hacer cosas grandes en su vida, y cuatro ricos científicos de la época quisieron ir a rendir honores al bebé.

El primero de ellos, Melchor, dominaba las artes de los cielos. Sabía guiarse por las estrellas, predecir el tiempo según la posición de los astros, interpretar los signos que nos mandaban las constelaciones.

Gaspar era un galeno conocido en todo Oriente. Sus estudios de anatomía y cirujía se perderían unos siglos después en el incendio que asoló la biblioteca de Alejandría, aunque dicen las malas lenguas que gran parte de las artes que aplicaría Averroes 1000 años después se deben a algunos tomos de Gaspar que se salvaron de la quema.

Balthasar, por su parte, era un enamorado de los animales y las plantas. Se cree que pudo practicar algún tipo de religión animista, y su comunión con la fauna y la flora era tal que le permitía sobrevivir de lo que encontraba en sus numerosas expediciones en solitario a lo largo y ancho del mundo conocido, en las que catalogaba todas las criaturas y plantas que encontraba.

Abdul, el cuarto sabio que partió en la comitiva, era el más tenebroso del grupo. Era un erudito enamorado de la literatura, poeta y compositor de bellas piezas líricas que eran conocidas en los mejores salones de oriente y occidente. Pero Abdul, al parecer, tenía una faceta oculta, pues practicaba artes oscuras, y se creía que poseía el poder de invocar a los gules de Arabia.

Así pues, guiados por las interpretaciones celestiales de Melchor, bajo la protección vital de Gaspar, con un auténtico superviviente como Balthasar y con Abdul como el compañero que aliviaría las largas jornadas de viaje con sus historias, partieron en busca del recién nacido.

Melchor decidió llevar como presente un bonito cofre lleno de monedas de oro, símbolo de las estrellas que nos vigilan día y noche. Gaspar, por su parte, portaba incienso, pues se le atribuían sensacionales virtudes curativas de los males del alma. Balthasar llevaba una bonita bolsa de terciopelo llena de mirra, muy valiosa, que pudo ir recogiendo durante el trayecto. Abdul, por su parte, llevaba un pesado volumen encuadernado en piel, titulado Necronomicon, con el que pretendía permitir al elegido iniciar sus andanzas en las artes mágicas.

Mediado el viaje, algo terrible ocurrió. Al parecer, mientras los cuatro sabios cruzaban el desierto de Arabia, al atardecer, cuando el viaje era más llevadero, Abdul cayó arrancado de su montura. Los otros tres se detuvieron y se bajaron a socorrerlo, pero lo único que pudieron hacer fue contemplar aterrados cómo unas garras invisibles ajaban su piel y su alma. El cuerpo del sabio se elevaba incomprensiblemente en el aire, desgarrándose las telas y la carne, mientras los gritos de Abdul se perdían, junto con su espíritu, en el infinito de arena.

Cuando por fin cayó al suelo, completamente destrozado, poco pudo Gaspar hacer por él, salvo cerrarle los párpados y ocultar la mirada de terror con la que había fallecido. Entre los tres, enterraron a Abdul y todas sus pertenencias, incluido el libro, en el desierto. Terminaron el viaje sin ningún contratiempo más, y decidieron olvidar, por el bien de su propia salud mental, todo lo que habían visto.

Felices fiestas desde los Sueños en la casa de la bruja.

J.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Lo que se cuenta sobre Lovecraft

Lovecraft murió en el 37, a los 47 años, sin llegar a ser reconocido en ningún momento como un escritor notable en el mundo de las letras. Aunque pueda pensarse lo contrario, sí que se escribieron relativamente bastantes cosas sobre él mientras vivía y al poco de su muerte. El principal problema es que la mayoría de los textos sobre la vida y obra del de Providence aparecían en revistas amateur, pulp fictions y similares, e iban firmadas por amigos, vecinos, conocidos del escritor. La mayoría de estas memoralias son, a lo sumo, entrañables, pero tienen poco o nada que rumiar sobre la obra literaria del autor, ya que al menos todo lo que el que firma estas líneas ha conseguido leer no dejan de ser retratos amables y agradecidos al caballero de Rhode Island.

A la muerte de Lovecraft llegó el silencio. Tras algunas tímidas apariciones en Weird Tales y la edición de Rhode Island on Lovecraft a cargo de Grant (volumen que incluye cinco textos de cinco conocidos del escritor), apareció en el 45 H.P.L.: A Memoir, un estudio crítico-biográfico a cargo del polémico albacea literario de Lovecraft, August Derleth.

A estas tempranas reacciones siguieron un par de décadas de olvido casi absoluto -salvo las esporádicas apariciones de firmas amigas y reediciones en las revistas pulp-. Hasta que en Francia Maurice Lévy defendió su tesis doctoral en la Sorbona en 1969, y publicó posteriormente el volumen Lovecraft ou du fantastique, que se puede considerar el primer estudio académico sobre HPL.

Desde entonces y hasta 1999 ha habido un ligero pero constante goteo de obras sobre Lovecraft. Muchas de ellas son verdaderas tomaduras de pelo, otras, una minoría, son muy buenas aproximaciones al autor. La biografía de Joshi Lovecraft: A Life (1996), es sin dudarlo el estudio más riguroso de su vida, y debería de hacer que a Sprague de Camp se le cayese la cara de vergüenza por la biografía que publicó en 1975. Burleson nos dejó una perla deconstructiva en 1990, Lovecraft: Disturbing the Universe, que es el primer acercamiento post-estructuralista al autor del que tengo conocimiento. Mosig, dentro de su volumen Mosig at Last: A Psychologist Looks at Lovecraft, nos brinda algunos ensayos magníficos sobre HPL. Y no puede quedar sin mencionar H.P. Lovecraft. Contre le monde, contre la vie, de Houellebecq, que es posiblemente el mejor ensayo introductorio que se ha escrito (y se escribirá) sobre Lovecraft. Un texto visceral y maravilloso que es el primer paso ideal para entrar en profundidad en la figura del de Providence.

El 99 es un año importante para Lovecraft, pues la editorial Penguin comienza a publicar sus textos en la colección Penguin New Classics, en tres volúmenes editados por Joshi. Esto supone el reconocimiento a nivel mundial de Lovecraft como escritor canónico, y a partir de aquí se produce un boom sobre Lovecraft, con muchísimas ediciones no siempre recomendables (de hecho, no recomendables en la mayor parte de los casos) de monografías sobre HPL. Vuelven a aparecer memorabilias, libros de recuerdos, cartas, etc., interesantes a nivel biográfico, pero pocos acercamientos originales, salvo honrosas excepciones. Entre ellas está el libro de David Oakes Science and Destabilization in the Modern American Gothic: Lovecraft, Matheson and King, un estudio de las relaciones ciencia-literatura-realidad en esos tres escritores tan queridos por un servidor. Un volumen original y diferente, desde luego, que ofrece un poquito de aire fresco a un panorama saturado de libros que dan mil vueltas a lo mismo sin aportar apenas nada nuevo.

Comienzan también a publicarse libros con ensayos 'perdidos' en el mundo del pulp, y hace un par de años, incluso, se publica un libro en España con motivo de la celebración de un congreso en la Universidad Carlos III de Madrid sobre la figura de HPL. Cuadernos del abismo, editado por Broncano y Hernández de la Fuente, incluye un puñado de artículos y de textos literarios en homenaje al autor. Algunos de los ensayos son notables, como el de Torres Oliver sobre las raíces góticas de Lovecraft.

Mirando el colectivo de lo que hay hasta hoy sobre Lovecraft (que me ha llevado algo más de tiempo que redactar esta versión condensada XD), puedo concluir y concluyo que sobre Lovecraft se ha escrito un volumen más o menos considerable de papel, pero la mayor parte es completamente prescindible por ser repeticiones de los mismos temas una y otra vez, y hay pocos ensayos sesudos y originales sobre el escritor. Espero que, en unos años, la cosa cambie y yo pueda colaborar a ello.

J.

martes, 2 de noviembre de 2010

Manifiesto por una universidad libre de pseudociencia y oscurantismo

Aquí os dejo, gracias a CienciaKanija (que a su vez lo toma de La Ciencia y Sus Demonios), un manifiesto que servidor ha suscrito gustosamente. Si lo creeis conveniente, unios a la firma.

MANIFIESTO POR UNA UNIVERSIDAD LIBRE DE PSEUDOCIENCIA Y OSCURANTISMO

Ante la cada vez más abundante proliferación de conferencias, cursos, seminarios y todo tipo de actividades que diferentes corrientes pseudocientíficas están desarrollando dentro del marco de las universidades españolas y latinoamericanas, tendencia que cristaliza en la reciente creación de una Cátedra de Investigación sobre Homeopatía en la Universidad de Zaragoza, los abajo firmantes (científicos, profesores, alumnos y ciudadanos en general) nos vemos en la necesidad de manifestar lo siguiente:

La colaboración entre la Universidad y la Empresa, así como con otros organismos y agentes sociales es enriquecedora, productiva y debe ser considerada como una de las prioridades de la política universitaria. Los acuerdos y contratos para la transferencia de resultados de la investigación a la empresa privada pueden representar una importante fuente de financiación para las universidades públicas; los cuales, desarrollados convenientemente, permiten una mayor productividad científica y la optimización de las aplicaciones de tal actividad. Sin embargo, creemos que no es justificable que la Universidad busque vías de financiación a cualquier precio, y aún menos si con ello pervierte su filosofía y fines fundamentales.

La Universidad Pública, como cualquier otro organismo de la administración, debe estar al servicio del ciudadano, manteniendo un contacto permanente con la sociedad de la que forma parte, mediante una comunicación constante que permita la sintonía entre el mundo universitario y las necesidades sociales. Para cumplir estos objetivos, la Universidad debe ser un adalid en lo referente a innovación y a exploración de nuevos caminos para el conocimiento. La Universidad nunca debe ser una estatua, sino una animación en constante movimiento.

No es posible entender la función investigadora y el compromiso social de la Universidad sin la imbricación con su papel fundamental en la formación de ciudadanos libres, capaces de enfrentarse al mundo mediante una mentalidad crítica que les permita escapar de las cadenas de la irracionalidad, la superstición y la ignorancia. Esta función docente, completamente consustancial a la institución universitaria, va más allá de las aulas, al representar la Universidad un referente en cuanto a conocimiento y racionalidad para toda la sociedad.

En este sentido, la Universidad juega un papel muy importante ante el avance que en la sociedad contemporánea están teniendo determinadas corrientes anticientíficas y antirracionales, que pueden suponer un significativo retroceso hacia el oscurantismo y la superstición, algo que se encuentra en el polo opuesto de los objetivos universitarios. Nos preocupa, como universitarios y como ciudadanos, que bien entrado el siglo XXI cada vez prolifere un mayor número de terapias más próximas a la magia que a la medicina, en muchas ocasiones amparadas por instituciones y empresas médicas profesionales; nos preocupa que presidentes de gobierno consulten astrólogos; que pulseras mágicas declaradas oficialmente fraudulentas sean portadas por ministros de sanidad y constituyan el regalo más vendido de las últimas navidades; que cada vez haya más ciudadanos que crean firmemente que las vacunas son tóxicas y nefastas para la salud; que aumente el número de enfermos que abandonan el tratamiento médico para abrazar alternativas esotéricas; nos preocupa muy seriamente que gran parte de la población vuelva a confiar más en los curanderos que en la medicina científica.

Nos preocupa que la Universidad pueda convertirse en un mercadillo que de cabida a cualquier alternativa irracional al conocimiento científico. Sólo una mal entendida apertura de mentalidad puede justificar que se enseñe alquimia en las Facultades de Química, ufología en las de Física o el diluvio universal en las de Historia. Ofrecer el foro universitario a las pseudociencias, en igualdad de condiciones con el conocimiento racional, no se traduce en ningún enriquecimiento cultural, sino en una validación universitaria de la superstición y la charlatanería. Difícilmente podremos educar a nuestros hijos sobre la inexistencia de bases empíricas en la predicción astrológica si van a encontrar en el campus universitario cursos de postgrado en astrología.

Reza una de las máximas en ciencia que la razón no debe aceptar algo como cierto sólo porque lo afirme mucha gente o porque lo suscriban personajes importantes, y que siempre es necesario detenerse ante cualquier afirmación y dudar sobre si es o no cierta. Esto obliga a actuar mucho más despacio, a sopesar cuidadosamente las opciones, a avanzar con cautela ante cualquier tipo de propuesta. Y esta es una de las cosas que creemos firmemente que debe enseñarse en las universidades.

Por todo ello, nos preocupa que la Universidad de cabida a cursos sobre acupuntura, a conferencias sobre creacionismo, a seminarios sobre astrología y a cátedras sobre homeopatía. Nos preocupa especialmente si no se enfocan como un debate crítico y un análisis racional, sino con un presupuesto de funcionalidad y validación científica de los que no sólo carecen, sino que están en frontal oposición al espíritu crítico universitario.

En el caso concreto de la homeopatía, aunque de igual aplicación para el resto de pseudociencias, no se ha demostrado científicamente ni su fundamento teórico (que contradice nuestros conocimientos sobre química y medicina más elementales), ni su efectividad más allá de un placebo. Décadas atrás, se destinaron importantes estudios a buscar una posible base en los postulados homeopáticos, los cuales no han variado significativamente en doscientos años, base que jamás se encontró.

Nos resulta extremadamente paradójico que mientras gobiernos europeos retiran fondos y apoyos estatales a la práctica homeopática, en España se instauren cátedras dentro de las universidades públicas. El aval que esto supone, sitúa a la homeopatía, a la astrología o al espiritismo dentro de la categoría de disciplinas universitarias; máxime cuando no nos encontramos exclusivamente ante una actividad de investigación sobre un fenómeno dudoso, sino ante una institucionalización dirigida a la formación y divulgación de estos postulados.

Consideramos por último, que si bien está justificado profundizar y destinar fondos a cualquier aspecto que pueda ser investigado, la especial situación económica actual convierte la inversión de esfuerzo y medios en este tipo de disciplinas totalmente desacreditadas en un acto de puro despilfarro de recursos, que podrían emplearse en líneas de investigación y docencia muchísimo más prioritarias.

Las personas que desde distintos estamentos y colectivos de la sociedad suscribimos este manifiesto, deseamos llamar la atención sobre este importante aspecto al conjunto de la población y, especialmente, a las autoridades académicas y gubernativas, confiando en que la razón acabe imponiéndose sobre la superstición y el oscurantismo.

FIRMAR EL MANIFIESTO

martes, 5 de octubre de 2010

En la Garra de U2

Hace aproximadamente un año me levanté temprano. El despertador me sacó de la cama a eso de las 6. El cielo estaba bastante gris, así que no me quedó otra que maldecir y coger un paraguas por lo que pudiera pasar. Salí de casa, me dirigí a la cola más cercana y me puse a esperar. Después de unas 3 horas y media, conseguí una entrada para ver mi segundo concierto de U2. No llovió.

Hace 5 días me levanté temprano. El despertador me sacó de la cama algo antes de las 7. El cielo estaba despejado, así que me dejé el paraguas atrás -si llega a estar encapotado, hubiese actuado igual-. Un tren me llevó a Sevilla con hermano y cuñada, y cuando quise acordar estaba en una cola, algo antes de las 10 de la mañana, con 900 personas delante.

Todo aquello estaba bastante bien organizado si lo comparamos con el infierno que viví hace cuatro o cinco años en Madrid, en el Calderón. Había muchísima sombra y bastante orden. Se presentaba un día largo y caluroso, que fue relativamente suavizado por unos fantásticos banquillos de 4€, croquetas, tortillas, fresas (sí, fresas), patatas fritas y demás historias.

Algo antes de las 5 de la tarde, como si de la mismísima final del mundial se tratase, accedí al Estadio Olímpico de la Cartuja por un túnel de entrada descomunal. Es la primera vez que me doy tamaña carrera por todo un campo de fútbol desde el concierto del Calderón...

Después de la carrera todo adquirió sentido. Estaba a escasos 5 ó 6 metros del escenario, en la parte del montaje conocida como el anillo. Detrás, a una distancia similar, me rodeaba una pasarela que formaba parte de la Garra. Miré hacia arriba, los 40 metros largos de hierro y altavoces que componían el mastodonte que me acababa de, literalmente, atrapar.

Pasó el tiempo, el sol se marchó (por fin!), escondido tras los muros del estadio. Aparecieron Interpol. Aburridísimos, insulsos y repetitivos. Más cansancio para el cuerpo. Más tiempo esperando. Llegó la noche. Y con ella, U2.

Eran las 21.45 aproximadamente, y durante las siguientes dos horas y cuarto dudé de si me encontraba en Sevilla o en algún vídeo musical marciano. La Garra es lo más brutal que he visto de puesta en escena en mi vida. Supera los montajes anteriores de U2, cualquier montaje que haya visto de los Rollings, de Rammstein... todo. La Garra te absorbe, te agarra, te zarandea. Y U2 la maneja. Cuatro tipos que van para viejos doman a golpe de cuerdas, voz y platos a una estructura descomunal, para evitar que nos aplaste tal demostración de tecnología y espectáculo. Porque, a fin de cuentas, estábamos viendo a U2, no un escenario.

Bono estaba en forma y se metió en el bolsillo a 80.000 personas en un momento. No parecía resentido de la espalda, y su voz se ha recuperado de aquella etapa oscura del PopMart. La selección de temas no fue nada arriesgada, salvo la muy gratísima sorpresa de 'Ultraviolet'. Mucho repertorio clásico y varios temas del último disco, así como alguna canción nueva. La versión de 'I'll Go Crazy if I Don't Go Crazy Tonight' fue demasiado movida para mi gusto. Se la cargaron. Eché muchísimo de menos 'Fez-Being Born', 'White as Snow' y 'No Line On the Horizon'. Tal vez en otra ocasión...

Es imposible describir todo el espectáculo, todo lo que se siente con cada canción de una banda que me ha acompañado durante media vida. La noche fue una fusión perfecta entre espectáculo de techno-circo y musical. El escenario se convierte en una sorpresa continua, con su infinito número de leds, pasarelas, puentes móviles, focos, proyectores de humo... Es tratar de verbalizar el por qué merece la pena acabar con dolores en las pestañas por dos horas de música.

Me estoy haciendo viejo. La siguiente será desde las gradas.

Eso dije también al salir del Calderón...

J.