martes, 1 de septiembre de 2009

Tinta y bits

Llevaba esperándolo desde que lo compraron para mí en EE.UU. hace un par de meses, y por fin tengo ya en mis manos el lector de libros electrónicos Sony PRS-700.

¿De qué estamos hablando? Estamos hablando de un dispositivo electrónico con una pantalla táctil de 6 pulgadas que sirve, básicamente, para leer libros electrónicos. Para todos aquellos que sigais perdidos, es algo así como una PDA, pero diseñada específicamente para la lectura. Aquí tienes una foto del aparatejo.

He conseguido esta pequeña maravilla por los pelos, ya que apenas una semana después de adquirirlo, Sony decidió dejar de comercializarlo, pues en breve sacará un par de modelos nuevos y el PRS-700 quedará extinto. Cosas de la tecnología, que te compras algo y -literalmente- se queda anticuado antes de probarlo.

Pero vayamos por partes. Hasta hace no mucho los lectores electrónicos no eran santo de mi devoción, debido principalmente a dos motivos. Por un lado, la incomodidad de leer en una pantalla. Por otro, la incapacidad de anotar y subrayar los textos que se leen en esos dispositivos. Pero Sony desarrolló un sistema llamado tinta electrónica, que hace que la pantalla no esté iluminada y la lectura sea una experiencia prácticamente idéntica a la lectura en un libro tradicional. Esto ocurrió con el antecesor del PRS-700, el PRS-505. Aquello comenzaba a parecerse a lo que yo andaba buscando, pero me seguía fallando lo principal: poder subrayar, anotar y en general, potrear los textos, algo que por trabajo suelo hacer constantemente (y por deformación profesional, también con cualquier libro que no tenga nada que ver con lo laboral). Entonces apareció el modelo del que os hablo, que incorpora una pantalla táctil que permite anotar, subrayar, crear marcas, etc. Vamos, lo que suelo hacer en todo libro que trabaje, pero en electrónico.

Llevo sólo unas pocas horas experimentando con él, pero las impresiones son altamente positivas. Tiene el tamaño algo inferior a un libro de bolsillo, y el peso algo superior (no mucho). La experiencia lectora es alucinante, no cansa la vista, tiene una nitidez sorprendente, casi como si estuvieses, verdaderamente, frente a un libro tradicional. La principal pega, sobre la que ya estaba avisado y por la que numerosos usuarios se han quejado, es que la pantalla táctil hace que se produzcan bastantes reflejos en la misma, que en teoría dificultan la lectura... si eres lo suficientemente imbécil como para no modificar ligeramente la inclinación del aparato, claro. Superado este escollo, el siguiente pero de envergadura que tiene es que tarda un pelín en cargar libros grandes. Los ficheros de un par de megas toman un tiempo, y si quieres redimensionar el tamaño de letra (tienes diferentes tallas: M, L, XL y XXL), le lleva unos segundos.

No obstante, y una vez aceptados ambos problemas (aunque el de los reflejos no lo es tal), lo demás es una hilera interminable de ventajas. En primer lugar, la posibilidad de tener todos los libros que existan en la red en casi cualquier formato (pdf, doc, lit...) al alcance de tus ojos. Permite búsquedas de términos (que todavía no he probado), me va a ahorrar un dineral en libros de esos que no sabes por qué te has comprado... Por otra parte, también tiene la opción de usarlo como reproductor de mp3 -que obviaré porque vale más un ipod que 1000 palabras- y visor de fotografías. En blanco y negro, eso sí. Pero vamos, que su función, para lo que yo lo quiero, es para llevar 200 libros de un sitio para otro organizados, anotados y en la bandolera. ¿Alguien da más?

Es probable que haya mucha gente que defienda el libro tradicional y demonice estos cacharros. Yo, la verdad, me quedo con ambos. Teniendo en cuenta el más que probable problema de espacio que voy a tener en mi nuevo piso para meter las montañas de libros físicos que poseo, queda claro que soy un amante del libro de papel. Pero señores, dejémonos de tonterías... las posibilidades de un lector de este tipo son inmensas. Y no, no dejaré de comprar libros físicos aunque el único mobiliario que haya en mi futuro piso sean estanterías Billy de Ikea ;). Eso sí, la trilogía Millenium de Stieg Larsson, por ejemplo, ya no tendrá lugar físico en casa, ya que aguarda pacientemente en la memoria del lector, junto a la novela Déjame Entrar. Sí, la que adaptaron en aquella maravilla cinematográfica. Estoy como un niño con zapatos (y piso) nuevos.

J.

P.D.: Y sí. Estoy a punto de deberle al banco una ordinariez de dinero y, a cambio, ellos serán dueños virtuales de algo que yo llamaré 'mi piso', y me lo prestarán a condicion de que les devuelva poco a poco -más intereses, claro- todo lo que les debo. Lo peor es que, encima, estoy la mar de contento. Dónde vamos a llegar.