lunes, 29 de marzo de 2010

Los juegos de mesa (I)

Hoy hace un día de esos en los que apetece salir a tapear por ahí (siempre y cuando no te joda la ruta un señor muerto de madera llevado a hombros por medio centenar de animales de bellota y seguido por varios miles de admiradores). La operación es sencilla: gafas de sol, terracita y salmorejo, croquetas y berenjenas fritas con miel. Así da gusto.

Tengo la teoría, que considero bastante obvia, de que ese gesto tan estupendo de irse de tapeo por ahí, ese sol que brilla ahí arriba, es el causante de que cuando a alguien le hablas sobre juegos de mesa, normalmente piensa en parchís, ajedrez, Monopoli y, con suerte, Atmosfear. El sábado, en el torneo de Ron & Bones, uno de los participantes contaba los problemas que tenía con su particular suegro para hacerle entender que NO iba a dejarle sus figuras de metal para que jugase el nieto, y que en realidad no era maricón por irse por ahí a jugar con muñequitos y dados estando en la treintena.

Evidentemente no todo el mundo es tan radical, pero cuando comentas que juegas a juegos de mesa algunos siguen mirándote como si te faltase un hervor, fueses un lunático o algo así. Durante mi estancia en los EE.UU. tuve la oportunidad de reforzar mi tesis sobre la relación inversamente proporcional entre buen clima y aceptación social de los juegos de mesa 'complejos' en círculos adultos. Mi maleta iba cargada con algunos juegos de cartas y mesa, y el T.A. francés también llevaba alguna cosa (y me hizo descubrir Ciudadelas y Werewolves of Miller's Hollow, un par de joyas). Curiosamente, la gente de Alemania, la rusa y los propios estadounidenses lo flipaban muchísimo con aquello y se apuntaban con naturalidad a un bombardeo enseguida. En España los juegos de mesa no están ni mucho menos tan extendidos como en lugares mucho más fríos y con un clima más hostil, donde la gente se reune en casa en vez de irse a menear el bigote a la terraza de turno. Alemania, por ejemplo, es cuna de grandísimos juegos de mesa, al igual que lo es Francia (aunque tengan fama de ser mucho más rarunos y conceptuales).

Desde este de post me gustaría aclarar que el mundo que rodea al juego de mesa va muchísimo más allá del parchís, que bajo este término muchas veces se engloban cuarenta cosas más, y soy el primero que a veces utiliza el término para referirse, inapropiadamente, a juegos de cartas (hay vida más allá de la brisca, el cinquillo y el tute) o de estrategia con o sin figuras (el mundo no termina en el dominó).

Siendo una tropa de hermanos, en mi casa el juego de mesa ha estado siempre presente, desde las ediciones de CEFA de El Imperio Cobra y similares. El primer paso hacia el juego de mesa que disfruto hoy en día fue Heroquest, hace ya una pila de años. Después hubo una lógica etapa de rol y juegos de miniaturas a gran escala (que se comían una tarde completa sólo en ponerlos sobre la mesa). Con la edad, la vida se complica y el quedar de forma más o menos constante para jugar una campaña de rol se hace verdaderamente imposible, por lo que en los últimos 5 ó 6 años he vuelto, una vez más, al mundo del juego de mesa, ahora con recursos económicos, internet y una perspectiva más amplia. Yo mismo me vi sorprendido en ese momento de todo lo que había disponible en el mercado internacional.

No es una exageración afirmar que hay miles de juegos de mesa diferentes, con todo tipo de temáticas y sistemas de juego. Los hay tremendamente sencillos, que se pueden jugar con un tablero del tamaño de un posavasos, y los hay terriblemente complejos, con tableros kilométricos, infinidad de reglas y cartas y de una duración de 4 ó 5 horas (como mi amado Arkham Horror, basado en el universo de H.P. Lovecraft).

Aunque también existen, los juegos tipo 'tira el dado, mueve casilla y roba carta', en los que el azar tiene demasiada importancia, son lo menos común. Los juegos de mesa suelen tener una cierta estrategia, y el objetivo no tiene por qué ser siempre ganar al resto de jugadores. En ocasiones, se juega CONTRA el propio juego de forma cooperativa. En otras, se juega un grupo contra otro. Hay juegos sobre cualquier cosa que se te pueda ocurrir, desde líneas ferroviarias (Aventureros al Tren) a explotaciones agrico-ganaderas (Agricola), pasando por campañas electorales entre Kennedy y Nixon (1960. Carrera Hacia la Casa Blanca) y juegos deportivos (Bolide) o de preparar pizzas (Mamma Mia). Hay juegos complejos, sencillos, para un solo jugador, para 20, sesudos de muchísima estrategia, de aniquilar a todo lo que salga... para todos los gustos.

En sucesivas entregas comentaré algunos de mis favoritos, que ya han surgido por aquí. Olvidaos de La Oca. Las cosas han cambiado. Y mucho. ;)

J.

Actualización: Pues menos mal que no me he ido a tapear, porque se ha puesto diluviar con ansia... voy a ver quién se apunta a alguna partida de algo en casa XD

jueves, 18 de marzo de 2010

Enterrar a los muertos

Parece mentira que, por una vez que me salgo -por puro placer- de mi mundo literario particular, ese por el que pululan monstruos, demonios, vampiros, zombis y demás, sea para meterme en un libro que se titule Enterrar a los muertos. Y no, la verdad es que el libro de Ignacio Martínez de Pisón no tiene nada de gótico.

Es difícil discernir si Enterrar a los muertos es una novela, un ensayo, un trabajo de rigurosa investigación histórica o todo junto al mismo tiempo. Martínez narra la desaparición y asesinato de José Robles en la España de 1937, en plena guerra civil. Lo que me llevó hasta este libro fue que Robles se encargó de traducir al español Manhattan Transfer, de John Dos Passos, con el que tuvo una buena amistad. Dos dedicó gran parte de su vida a intentar esclarecer los acontecimientos que rodearon la muerte de Robles, y en el tiempo que pasó en España tuvo la oportunidad de aproximarse a Hemingway, que también pasaba por allí, y con el que mantuvo una relación de amor-odio.

El tema de la Guerra Civil española, cansino y explotado hasta la saciedad, y bastante anodino ya para mí, es recuperado por Martínez de Pisón con un riguroso estudio metaliterario que sirve para poner de manifiesto la intrusión de Rusia en la organización republicana, la desorganización que llevó a perder la guerra a dicho bando y, en general, la impotencia del individuo frente a los hilos ocultos que perdonaban vidas de la misma manera que las quitaban.

De la lectura del libro se pueden extraer bastantes conclusiones. Una de ellas, la más obvia, es el TREMENDO trabajo de investigación que hay detrás de las páginas. Basta acercarse a la bibliografía que incluye para hacerse una idea. Por otra parte, y a título personal, me ha ratificado algo que ya sabía: la historia no es mi fuerte, ni siquiera a nivel nacional. Pese a poder seguir la narración con soltura, el aporte de datos, nombres, organizaciones... es tan masivo que a veces me daba la sensación de que yo, como lector de historia, soy un auténtico inútil. El sistema de notas, por otra parte, es bastante inadecuado. Amén de estar todas incluidas al final del libro, en vez de a pie de página (que, personalmente, es como me gustan), no están siquiera numeradas, no hay llamadas ni nada que las identifique, por lo que es prácticamente imposible seguirlas.

No obstante el libro es magnífico. El retrato de Hemingway como tipo duro metido hasta la médula en la lucha armada, caiga quien caiga, me resultó de lo más esclarecedor, y contrasta y enfrenta las ideas mucho más pacíficas del propio Dos Passos. Y lo que es más difícil todavía... conseguir que un ensayo tan riguroso enganche en su lectura no es una tarea sencilla en absoluto.

J.

jueves, 4 de marzo de 2010

Para enmarcar

La primera semana de marzo ha sido, desde luego, para enmarcar. Sin duda la recordaré como un punto de inflexión en mi carrera investigadora. El lunes, 1 de marzo (sí, era festivo, qué le vamos a hacer), fue mi primer día de trabajo como predoc. Lo celebré levantándome a las 12.30 de la mañana :P. Y ayer, después de demasiado tiempo, defendí la tesina de máster, titulada "The Influence of E.A. Poe in the Narrative Work of H.P. Lovecraft: A Narratological Approach". El resultado: Sobresaliente (9). Una cosita menos, ala. Oficialmente el máster está terminado, tengo el equivalente al antiguo DEA y ahora empiezan los trámites de matriculación de la tesis, etc. etc.

Es curioso que este blog nació con la idea de hacer llegar a la mínima parte del mundo que lo encontrase el desarrollo de la tesis. De eso hace ya 241 posts y algunos años. El caso es que, por motivos más que evidentes, esto se ha convertido en otra cosa. Bueno, en realidad en muchas más cosas además del seguimiento investigador. Pero creo que estos últimos días, este post y el anterior en particular, marcan un antes y un después en la vida del blog. Es como si ahora cobrase todo más sentido.

Los retos que se me han planteado ahora son los siguientes:

- Volver a tener permiso para sacar libros de la biblioteca de la Facultad (prueba superada).

- Conseguir un ordenador para el despacho. Si es un mini mac, mejor que mejor.

- Desconectar un poco de la tesina, Lovecraft en general y Poe en particular, y centrarme de nuevo en el mundo de la teoría y crítica literaria. Con eso empezamos hoy mismo :).

- Ir planteando las estancias. Nottingham se vislumbra como primer destino, no sé si este año 2010 o a principios de 2011.

Os iré manteniendo al corriente de los avances... Por raro que parezca, ¡¡¡conseguir el ordenador es lo que parece más complicado!!!

J. (feliz como una perdiz)