lunes, 26 de octubre de 2009

I Semana Gótica de Madrid -Gothic de Fred Botting

Mañana, con mi comunicación bajo un brazo y un cesto con un salchichón y un pan de pueblo bajo el otro, boina en ristre, me marcho a la capital a la Semana Gótica. Espero que aquello tome un sesgo más académico a partir de mañana, porque lo que llevo visto hasta ahora por medio de la prensa tiene más pinta de convención friki que otra cosa. Bien es cierto que el encuentro literario empieza ahora, y que el fin de semana se ha dedicado a actividades más populares. Espero traerme un buen puñado de ideas y visiones diferentes sobre Poe y Lovecraft. Pero claro... 5 días en Madrid dan para mucho, y más si tengo todas las mañanas libres para visitar museos, librerías, fnacs, tiendas frikis, amigos y demás. Sospecho que voy a traer de vuelta más cosas de la cuenta, para meter en el piso nuevo...

Si estais por allí y os apetece pasaros, yo andaré charlando el miércoles 28 a eso de las 19.30 de la tarde, en la Plaza de Felipe II (entrada para un día, 15€).

Y hablando de cosas góticas, ha llegado a mis manos (por fin) el libro Gothic, de Fred Botting. Llevo poquito leido, pero es un libro básico para comprender qué es eso de la literatura gótica, su historia, sus ideas y fundamentos, y en general, cómo funciona. Más que recomendable para todos los que estamos en este mundillo de Poes, Lovecrafts, Walpoles y Radcliffes. Gothic es de esos libros que exponen con claridad todas esas cosas que tienes en la cabeza dándote vueltas y desordenadas. Una verdadera joya, vamos. Corred a por él. Ah, y no está en español. Todavía.

J.

miércoles, 7 de octubre de 2009

La ciencia española no necesita tijeras

Cuando alguien se hace una imagen mental de un investigador, el estereotipo normal es el de una persona con bata blanca, pelos alocados, bolígrafo en el bolsillo y lenguaje incomprensible acerca de átomos, bacterias o constelaciones. No obstante, y como de todo tiene que haber en la viña del señor, en este mundo también hay gente como yo, que se dedica a estudiar cosas menos llamativas y, para qué negarlo, menos interesantes para el progreso científico humano, aunque mucho más útiles al progreso humanístico.

Sea como fuere, el investigador que está a punto de encontrar una cura contra el cáncer, el que ha mejorado la imagen de la televisión de tu salón, el que permite que salte el airbag en el coche cuando te estrellas, el que muestra cómo el escritor habla de su tiempo en sus obras sin querer hacerlo, el que desarrolla la tecnología que sustituirá al USB, el que mejora la calidad del papel impreso, el que estudia cómo evitar el calentamiento global... Todos ellos, si son españoles, comparten algo: Los recortes presupuestarios en I+D a los que nos vamos a ver sometidos.

En principio todo esto puede sonarte la mar de ajeno, pero hay algo elemental que ningún gobierno español ha comprendido todavía, y que sí te toca de cerca: si no se invierte en I+D, una nación jamás avanza. Que se lo pregunten a Japón, que en tiempos de crisis aumenta las partidas para investigación... Y la verdad, en investigación están a años luz...

En tiempos de crisis hay que reducir de todas partes. Sí y no. Hay que reducir de todas partes con un poco de sentido común. Cerrarle el grifo a un centro de investigación puntera puede suponer mandar al traste con años de trabajo, y recuperar eso después no será solo una cuestión de dinero, sino de mucho, mucho tiempo. Porque la investigación no puede tener 'parones momentáneos'. Porque, tal y como se ponen las cosas, la broma tiene cada vez más visos de realidad: "Siendo investigador español, mi carrera tiene tres salidas: tierra, mar y aire.". En tiempos de crisis hay que apretarse el cinturón. Hasta la familia real, que se ha congelado el sueldo... (sí, eso era sarcasmo).

J.

martes, 6 de octubre de 2009

[REC]flexiones

Sí, esto va de [REC]2, la película. Hay spoilers más o menos sutiles a lo largo de todo el texto...

[REC] me pareció una película fresca y muy muy original, algo que, aunque suene a tópico, es complicado de encontrar hoy en día en el cine de terror, y más si es de ámbito nacional. La secuela, [REC]2, tiene como principales defectos, entre otros, el intentar arrastrar y superar las virtudes de su predecesora. La cinta original dejó el listón muy alto, y era misión casi imposible superarlo.

El uso de la cámara en mano, que bien podría haber sido el principal obstáculo de esta segunda parte, ha sido superado con éxito, dando un giro adicional y añadiendo más cámaras y perspectivas al metraje, que crea una especie de rompecabezas narrativo no complejo, pero sí divertido de montar. Los problemas de [REC]2 son más estructurales, y creo que la mayoría de ellos derivados de una primera parte que era brillantemente hermética y claustrofóbica, y que dejaba poca cabida a continuaciones sin meterse en arenas movedizas, que es lo que han hecho Balagueró y Plaza. Intentar explicar científica y religiosamente qué está ocurriendo en ese edificio de Barcelona es un error con el que esta secuela carga desde el primer momento, y abrir -más o menos metafóricamente- las puertas del bloque y dejar que aquello se convierta en una verbena sangrienta es otro. Y es que aquella comunidad se llena de demasiada gente: curas, más bomberos, fuerzas especiales, niños, muñecas hinchables... y todo pierde la sensación estanca que hacía fuerte el filme original. Por si fuera poco, el final deja claro que habrá una tercera parte en la que todo saldrá a la calle.

Ahondar en aspectos que quedaron más o menos abiertos en la primera parte podría haber sido un acierto, pero mezclar los exorcismos con propagaciones víricas hace que los dientes rechinen. Meter más zombis correteando está bien, pero otorgarles habilidades que no muestran en la primera parte es un desastre. Salpicar de homenajes a El exorcista, 28 semanas después y al cine de terror japonés el metraje se agradece, pero que a veces todo sea demasiado evidente tampoco ayuda. Atar cabos es conveniente, pero dejar muchos más abiertos es tramposo. Volver con Manuela Velasco es de agradecer, pero hacerlo de una manera tan forzada y poco convincente hace que todo se desmorone. Cuidar al máximo el no caer en fallos de raccord es loable, pero hacer un guión inconsistente no tanto (¿por qué el bombero se enfada tantísimo cuando descubre que han seguido a los chicos cuando él mismo se deja la tapa de la alcantarilla abierta?!?!?!?!)

No obstante, no podemos obviar las partes positivas, que las hay. El montaje es muy bueno, como ya he comentado, gracias al uso de las diversas cámaras subjetivas. La atmósfera malsana del ático acapara gran parte del metraje, y es incrementada con nuevas áreas, a la manera de un dungeon rolero. Además, se juega con ciertas situaciones claustrofóbicas que recuerdan a "Las ratas del cementerio" de Henry Kuttner, o a cierto pasaje de El resplandor, de Stephen King. Todo con mucho acierto. El visionado se disfruta si dejamos en casa el cerebro, eso es innegable. Pero en el momento en que se rasca un poco en la superficie, todo se cae. Lástima.

J.