miércoles, 7 de octubre de 2009

La ciencia española no necesita tijeras

Cuando alguien se hace una imagen mental de un investigador, el estereotipo normal es el de una persona con bata blanca, pelos alocados, bolígrafo en el bolsillo y lenguaje incomprensible acerca de átomos, bacterias o constelaciones. No obstante, y como de todo tiene que haber en la viña del señor, en este mundo también hay gente como yo, que se dedica a estudiar cosas menos llamativas y, para qué negarlo, menos interesantes para el progreso científico humano, aunque mucho más útiles al progreso humanístico.

Sea como fuere, el investigador que está a punto de encontrar una cura contra el cáncer, el que ha mejorado la imagen de la televisión de tu salón, el que permite que salte el airbag en el coche cuando te estrellas, el que muestra cómo el escritor habla de su tiempo en sus obras sin querer hacerlo, el que desarrolla la tecnología que sustituirá al USB, el que mejora la calidad del papel impreso, el que estudia cómo evitar el calentamiento global... Todos ellos, si son españoles, comparten algo: Los recortes presupuestarios en I+D a los que nos vamos a ver sometidos.

En principio todo esto puede sonarte la mar de ajeno, pero hay algo elemental que ningún gobierno español ha comprendido todavía, y que sí te toca de cerca: si no se invierte en I+D, una nación jamás avanza. Que se lo pregunten a Japón, que en tiempos de crisis aumenta las partidas para investigación... Y la verdad, en investigación están a años luz...

En tiempos de crisis hay que reducir de todas partes. Sí y no. Hay que reducir de todas partes con un poco de sentido común. Cerrarle el grifo a un centro de investigación puntera puede suponer mandar al traste con años de trabajo, y recuperar eso después no será solo una cuestión de dinero, sino de mucho, mucho tiempo. Porque la investigación no puede tener 'parones momentáneos'. Porque, tal y como se ponen las cosas, la broma tiene cada vez más visos de realidad: "Siendo investigador español, mi carrera tiene tres salidas: tierra, mar y aire.". En tiempos de crisis hay que apretarse el cinturón. Hasta la familia real, que se ha congelado el sueldo... (sí, eso era sarcasmo).

J.

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