Hoy hace un día de esos en los que apetece salir a tapear por ahí (siempre y cuando no te joda la ruta un señor muerto de madera llevado a hombros por medio centenar de animales de bellota y seguido por varios miles de admiradores). La operación es sencilla: gafas de sol, terracita y salmorejo, croquetas y berenjenas fritas con miel. Así da gusto.
Tengo la teoría, que considero bastante obvia, de que ese gesto tan estupendo de irse de tapeo por ahí, ese sol que brilla ahí arriba, es el causante de que cuando a alguien le hablas sobre juegos de mesa, normalmente piensa en parchís, ajedrez, Monopoli y, con suerte, Atmosfear. El sábado, en el torneo de Ron & Bones, uno de los participantes contaba los problemas que tenía con su particular suegro para hacerle entender que NO iba a dejarle sus figuras de metal para que jugase el nieto, y que en realidad no era maricón por irse por ahí a jugar con muñequitos y dados estando en la treintena.
Evidentemente no todo el mundo es tan radical, pero cuando comentas que juegas a juegos de mesa algunos siguen mirándote como si te faltase un hervor, fueses un lunático o algo así. Durante mi estancia en los EE.UU. tuve la oportunidad de reforzar mi tesis sobre la relación inversamente proporcional entre buen clima y aceptación social de los juegos de mesa 'complejos' en círculos adultos. Mi maleta iba cargada con algunos juegos de cartas y mesa, y el T.A. francés también llevaba alguna cosa (y me hizo descubrir Ciudadelas y Werewolves of Miller's Hollow, un par de joyas). Curiosamente, la gente de Alemania, la rusa y los propios estadounidenses lo flipaban muchísimo con aquello y se apuntaban con naturalidad a un bombardeo enseguida. En España los juegos de mesa no están ni mucho menos tan extendidos como en lugares mucho más fríos y con un clima más hostil, donde la gente se reune en casa en vez de irse a menear el bigote a la terraza de turno. Alemania, por ejemplo, es cuna de grandísimos juegos de mesa, al igual que lo es Francia (aunque tengan fama de ser mucho más rarunos y conceptuales).
Desde este de post me gustaría aclarar que el mundo que rodea al juego de mesa va muchísimo más allá del parchís, que bajo este término muchas veces se engloban cuarenta cosas más, y soy el primero que a veces utiliza el término para referirse, inapropiadamente, a juegos de cartas (hay vida más allá de la brisca, el cinquillo y el tute) o de estrategia con o sin figuras (el mundo no termina en el dominó).
Siendo una tropa de hermanos, en mi casa el juego de mesa ha estado siempre presente, desde las ediciones de CEFA de El Imperio Cobra y similares. El primer paso hacia el juego de mesa que disfruto hoy en día fue Heroquest, hace ya una pila de años. Después hubo una lógica etapa de rol y juegos de miniaturas a gran escala (que se comían una tarde completa sólo en ponerlos sobre la mesa). Con la edad, la vida se complica y el quedar de forma más o menos constante para jugar una campaña de rol se hace verdaderamente imposible, por lo que en los últimos 5 ó 6 años he vuelto, una vez más, al mundo del juego de mesa, ahora con recursos económicos, internet y una perspectiva más amplia. Yo mismo me vi sorprendido en ese momento de todo lo que había disponible en el mercado internacional.
No es una exageración afirmar que hay miles de juegos de mesa diferentes, con todo tipo de temáticas y sistemas de juego. Los hay tremendamente sencillos, que se pueden jugar con un tablero del tamaño de un posavasos, y los hay terriblemente complejos, con tableros kilométricos, infinidad de reglas y cartas y de una duración de 4 ó 5 horas (como mi amado Arkham Horror, basado en el universo de H.P. Lovecraft).
Aunque también existen, los juegos tipo 'tira el dado, mueve casilla y roba carta', en los que el azar tiene demasiada importancia, son lo menos común. Los juegos de mesa suelen tener una cierta estrategia, y el objetivo no tiene por qué ser siempre ganar al resto de jugadores. En ocasiones, se juega CONTRA el propio juego de forma cooperativa. En otras, se juega un grupo contra otro. Hay juegos sobre cualquier cosa que se te pueda ocurrir, desde líneas ferroviarias (Aventureros al Tren) a explotaciones agrico-ganaderas (Agricola), pasando por campañas electorales entre Kennedy y Nixon (1960. Carrera Hacia la Casa Blanca) y juegos deportivos (Bolide) o de preparar pizzas (Mamma Mia). Hay juegos complejos, sencillos, para un solo jugador, para 20, sesudos de muchísima estrategia, de aniquilar a todo lo que salga... para todos los gustos.
En sucesivas entregas comentaré algunos de mis favoritos, que ya han surgido por aquí. Olvidaos de La Oca. Las cosas han cambiado. Y mucho. ;)
J.
Actualización: Pues menos mal que no me he ido a tapear, porque se ha puesto diluviar con ansia... voy a ver quién se apunta a alguna partida de algo en casa XD
Tengo la teoría, que considero bastante obvia, de que ese gesto tan estupendo de irse de tapeo por ahí, ese sol que brilla ahí arriba, es el causante de que cuando a alguien le hablas sobre juegos de mesa, normalmente piensa en parchís, ajedrez, Monopoli y, con suerte, Atmosfear. El sábado, en el torneo de Ron & Bones, uno de los participantes contaba los problemas que tenía con su particular suegro para hacerle entender que NO iba a dejarle sus figuras de metal para que jugase el nieto, y que en realidad no era maricón por irse por ahí a jugar con muñequitos y dados estando en la treintena.
Evidentemente no todo el mundo es tan radical, pero cuando comentas que juegas a juegos de mesa algunos siguen mirándote como si te faltase un hervor, fueses un lunático o algo así. Durante mi estancia en los EE.UU. tuve la oportunidad de reforzar mi tesis sobre la relación inversamente proporcional entre buen clima y aceptación social de los juegos de mesa 'complejos' en círculos adultos. Mi maleta iba cargada con algunos juegos de cartas y mesa, y el T.A. francés también llevaba alguna cosa (y me hizo descubrir Ciudadelas y Werewolves of Miller's Hollow, un par de joyas). Curiosamente, la gente de Alemania, la rusa y los propios estadounidenses lo flipaban muchísimo con aquello y se apuntaban con naturalidad a un bombardeo enseguida. En España los juegos de mesa no están ni mucho menos tan extendidos como en lugares mucho más fríos y con un clima más hostil, donde la gente se reune en casa en vez de irse a menear el bigote a la terraza de turno. Alemania, por ejemplo, es cuna de grandísimos juegos de mesa, al igual que lo es Francia (aunque tengan fama de ser mucho más rarunos y conceptuales).
Desde este de post me gustaría aclarar que el mundo que rodea al juego de mesa va muchísimo más allá del parchís, que bajo este término muchas veces se engloban cuarenta cosas más, y soy el primero que a veces utiliza el término para referirse, inapropiadamente, a juegos de cartas (hay vida más allá de la brisca, el cinquillo y el tute) o de estrategia con o sin figuras (el mundo no termina en el dominó).
Siendo una tropa de hermanos, en mi casa el juego de mesa ha estado siempre presente, desde las ediciones de CEFA de El Imperio Cobra y similares. El primer paso hacia el juego de mesa que disfruto hoy en día fue Heroquest, hace ya una pila de años. Después hubo una lógica etapa de rol y juegos de miniaturas a gran escala (que se comían una tarde completa sólo en ponerlos sobre la mesa). Con la edad, la vida se complica y el quedar de forma más o menos constante para jugar una campaña de rol se hace verdaderamente imposible, por lo que en los últimos 5 ó 6 años he vuelto, una vez más, al mundo del juego de mesa, ahora con recursos económicos, internet y una perspectiva más amplia. Yo mismo me vi sorprendido en ese momento de todo lo que había disponible en el mercado internacional.
No es una exageración afirmar que hay miles de juegos de mesa diferentes, con todo tipo de temáticas y sistemas de juego. Los hay tremendamente sencillos, que se pueden jugar con un tablero del tamaño de un posavasos, y los hay terriblemente complejos, con tableros kilométricos, infinidad de reglas y cartas y de una duración de 4 ó 5 horas (como mi amado Arkham Horror, basado en el universo de H.P. Lovecraft).
Aunque también existen, los juegos tipo 'tira el dado, mueve casilla y roba carta', en los que el azar tiene demasiada importancia, son lo menos común. Los juegos de mesa suelen tener una cierta estrategia, y el objetivo no tiene por qué ser siempre ganar al resto de jugadores. En ocasiones, se juega CONTRA el propio juego de forma cooperativa. En otras, se juega un grupo contra otro. Hay juegos sobre cualquier cosa que se te pueda ocurrir, desde líneas ferroviarias (Aventureros al Tren) a explotaciones agrico-ganaderas (Agricola), pasando por campañas electorales entre Kennedy y Nixon (1960. Carrera Hacia la Casa Blanca) y juegos deportivos (Bolide) o de preparar pizzas (Mamma Mia). Hay juegos complejos, sencillos, para un solo jugador, para 20, sesudos de muchísima estrategia, de aniquilar a todo lo que salga... para todos los gustos.
En sucesivas entregas comentaré algunos de mis favoritos, que ya han surgido por aquí. Olvidaos de La Oca. Las cosas han cambiado. Y mucho. ;)
J.
Actualización: Pues menos mal que no me he ido a tapear, porque se ha puesto diluviar con ansia... voy a ver quién se apunta a alguna partida de algo en casa XD
3 comentarios:
A esos juegos que has comentado, hay que añadir uno recién horneado, que se llama "Segmentos, cuadrados y cubos", del genial Cham@ (AKA el que firma los anónimos), que espero nos explique para no tener que leernos las reglas....:)))
Y para los forofos de los juegos de mesa en general, recomendar el Diario de WKR:
http://www.labsk.net/wkr/
Y por supuesto, la Sociedad Británica para el Conocimiento (BSK):
http://www.labsk.net/
En ambos sitios se pueden encontrar reseñas de juegos, recomendaciones, y, por supuesto, los adorados "print & play" como éste:
http://www.labsk.net/wkr/archives/6494
(;,,;)
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