Volver a Poe ha supuesto una gratificante experiencia que me ha reportado bastantes sorpresas agradables. Pensaba, iluso de mí, que tenía una visión más o menos global de la obra del autor. Hasta ahora había leído bastante suyo, esto es, lo que casi todo el mundo conoce: Hans Pfaall, Arthur Gordon Pym, Los crímenes de la calle Morgue, El tonel de amontillado, La caída de la casa Usher y similares. Pero eso es sólo la punta de un iceberg enorme, los singles y 'hits' de un disco tremendo.
He descubierto facetas en Poe que consideraba inexistentes, tales como la sátira política y social, en El hombre de negocios, Cómo escribir un artículo a la manera del Blackwood o El diablo en el campanario. Pero hay más. El bostoniano es capaz de crear verdadero humor, en ejemplos de la talla de Por qué el pequeño francés lleva la mano en cabestrillo o El hombre que se gastó. Hay ciencia ficción que haría ruborizarse a los guionistas de 'Armajernón', en una pequeña joya titulada La conversación de Eiros y Charmion.
Pero es que, además, hay verdaderas obras maestras que, para mi gusto, superan con creces algunas de sus obras más conocidas. Me remito a El rey Peste, un magnífico relato de lo grotesco en pleno Londres apestado, que bien podría haber firmado -o filmado- Tod Browning, o un muy inquietante El hombre de la multitud, que hace que mires con desconfianza a tu alrededor en medio de la ciudad.
Poe, que a efectos académicos no deja de ser para mí el punto vital de unión entre la tradición gótica y H.P. Lovecraft, se despliega con una fuerza impresionante cuando te hundes en sus obras completas de ficción, ya que su alcance va más allá de lo meramente terrorífico o grotesco. Innovador en lo tocante a técnicas narrativas en el género, Lovecraft le debe mucho más de lo que dice y se dice, pues aunque es bien cierto que el de Providence fue confeso seguidor de Poe, tengo la intuición de que el alcance de esta admiración no ha sido valorado suficientemente.
Ahora, unos datos curiosos:
* "Tekeli-li! Tekeli-li!", que los seguidores de de Lovecraft reconocerán como uno de los símbolos más terroríficos de su obra En las montañas de la locura, es un homenaje a La narración de Arthur Gordon Pym, donde encontramos esa expresión en boca de unos salvajes en el Polo Sur.
* Dagón, aquel simpático dios primigenio que se dedica a acarrear un monolito de un lado a otro -y cuyo origen inicial se remonta a la cultura filistea-, es nombrado en un relato de Poe de cuyo título no puedo acordarme en este preciso momento.
* En La narración de Arthur Gordon Pym se describe un abismo de piedra negra que recuerda muchísimo al escenario en el que el anteriormente citado Dagón aparece en el relato homónimo de Lovecraft.
* Poe será pionero en el uso de la narración en modo de confesión -diario, carta...- en primera persona para aportar verosimilitud al imaginario que presenta. Lovecraft seguirá y pulirá sus pasos.
* Mientras que la tradición gótica clásica gusta de localizar las historias en medio de ruinas, castillos y similares, Poe (y después Lovecraft de manera más acusada) se llevan muchas veces la acción a la ciudad, a la casa de al lado.
J.
He descubierto facetas en Poe que consideraba inexistentes, tales como la sátira política y social, en El hombre de negocios, Cómo escribir un artículo a la manera del Blackwood o El diablo en el campanario. Pero hay más. El bostoniano es capaz de crear verdadero humor, en ejemplos de la talla de Por qué el pequeño francés lleva la mano en cabestrillo o El hombre que se gastó. Hay ciencia ficción que haría ruborizarse a los guionistas de 'Armajernón', en una pequeña joya titulada La conversación de Eiros y Charmion.
Pero es que, además, hay verdaderas obras maestras que, para mi gusto, superan con creces algunas de sus obras más conocidas. Me remito a El rey Peste, un magnífico relato de lo grotesco en pleno Londres apestado, que bien podría haber firmado -o filmado- Tod Browning, o un muy inquietante El hombre de la multitud, que hace que mires con desconfianza a tu alrededor en medio de la ciudad.
Poe, que a efectos académicos no deja de ser para mí el punto vital de unión entre la tradición gótica y H.P. Lovecraft, se despliega con una fuerza impresionante cuando te hundes en sus obras completas de ficción, ya que su alcance va más allá de lo meramente terrorífico o grotesco. Innovador en lo tocante a técnicas narrativas en el género, Lovecraft le debe mucho más de lo que dice y se dice, pues aunque es bien cierto que el de Providence fue confeso seguidor de Poe, tengo la intuición de que el alcance de esta admiración no ha sido valorado suficientemente.
Ahora, unos datos curiosos:
* "Tekeli-li! Tekeli-li!", que los seguidores de de Lovecraft reconocerán como uno de los símbolos más terroríficos de su obra En las montañas de la locura, es un homenaje a La narración de Arthur Gordon Pym, donde encontramos esa expresión en boca de unos salvajes en el Polo Sur.
* Dagón, aquel simpático dios primigenio que se dedica a acarrear un monolito de un lado a otro -y cuyo origen inicial se remonta a la cultura filistea-, es nombrado en un relato de Poe de cuyo título no puedo acordarme en este preciso momento.
* En La narración de Arthur Gordon Pym se describe un abismo de piedra negra que recuerda muchísimo al escenario en el que el anteriormente citado Dagón aparece en el relato homónimo de Lovecraft.
* Poe será pionero en el uso de la narración en modo de confesión -diario, carta...- en primera persona para aportar verosimilitud al imaginario que presenta. Lovecraft seguirá y pulirá sus pasos.
* Mientras que la tradición gótica clásica gusta de localizar las historias en medio de ruinas, castillos y similares, Poe (y después Lovecraft de manera más acusada) se llevan muchas veces la acción a la ciudad, a la casa de al lado.
J.
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