domingo, 9 de mayo de 2010

Alicia en el país de C.S. Lewis

Vuelvo, después de un parón demasiado largo (culpad a la falta de inspiración, la desidia y la sobrecarga de lecturas para la tesis), comentando lo que para mí no deja de ser la confirmación de un hecho: Tim Burton está entrando en una peligrosa, aunque por otra parte comprensible, espiral de poner su 'atrezzao' trasero al mercado.

De toda la filmografía de Burton, creo que sólo El Planeta de los Simios (y tal vez Frankenweenie) quedan por debajo del nivel de Alicia. ¿Y qué hace que la Alicia del californiano caiga al submundo de Burton? Pues lo que ya se ha comentado por varios lugares: que estamos ante un producto con la inquietante y característica factura Burton, pero con un contenido digno de cualquier directucho de tres al cuarto.

Imaginemos que Lewis Carroll nunca existió, y tampoco lo hizo su obra literaria. Imaginemos ahora la siguiente historia: un personaje que vive oprimido en su mundo real inglés llega a un lugar fantástico, lleno de criaturas y seres extraños, y dividido en dos facciones enfrentadas, que no son otras que el bien y el mal. Este personaje que llega descubre, por medio de una profecía, que será el encargado de restaurar el orden de las cosas (orden que, por otra parte, consiste en devolver el bien a la posición de poder).

Ahora, recordemos obras como Narnia (tanto la versión fílmica como la literaria), El Señor de los Anillos (idem), Willow y tantas otras. Qué tópico, ¿no? Pues eso es la Alicia 2.0 de Burton, envuelta en su estética particular (y a ratos demasiado cansina ya) de árboles retorcidos, personajes esquizoides y fantasía pasada por el filtro del color ceniza. No hay más. La obra de Carroll no deja de ser un punto de partida sobre el que inspirarse para crear un producto vacío, previsible y estéticamente fiel al estilo del autor.

La mayoría de las virtudes que hacen de los personajes de Burton seres entrañables han desaparecido de este país de las maravillas. No hay equilibristas morales, sólo personajes histriónicos -un buen Depp- y ciertos gestos irónicos hacia otros -la Reina Blanca-, los buenos no tienen ese lado repulsivo que tenían Eduardo Manostijeras y La Novia Cadáver, y los malos son repelentes y su poder de atracción queda a años luz del que tuvieron el jinete sin cabeza o los cabezones alienígenas de Mars Attacks!. ¿Entretenida? Sí, lo es. ¿Innecesaria? También.

J.

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