Lovecraft, el ser

Llevo unos cuantos días sumergido, literalmente, entre montañas de libros. Estoy preparando la comunicación a marchas forzadas (como no podía ser de otra manera, me pillaba el toro), con el consecuente abandono de este blog y locura mental general. Si ya estoy así con una comunicación, no os quiero contar cuando lleve media tesis.

El caso es que he hecho un parón de revisar relatos, cartas y ensayos para contaros alguna cosita, que os tengo dejados de la mano de Cthulhu.

Ya hacía bastante tiempo que sabía que Lovecraft, la persona, debió de ser un tipo bastante despreciable. Como sabéis, la comunicación que preparo trata sobre la visión e influencia de África en su narrativa, por lo que he tenido que tocar temas como el racismo, la xenofobia y demás.

Algunos relatos del autor de Providence tienen lecturas secundarias complejas, tal es el caso de "La sombra sobre Innsmout" o "La calle". De esas lecturas sale a la luz una mente privilegiada, pero a la vez altamente racista.

No es nuevo el que un escritor de genio sea, en lo personal, alguien cuestionable. Poe también tenía tendencias más o menos xenófobas, y Borges parece ser que no era trigo limpio tampoco. El caso es que esas interpretaciones raciales y puristas que se hacen al poco que se rasque un poco en la obra de Lovecraft tampoco son infrecuentes en otros escritores. Lo que sí me sorprende un poco es que el amigo dejó constancia explícita por escrito (en forma de numerosas cartas a diversas personas) de muchas de sus ideologías.

Lovecraft defendía la supremacía de la raza aria, y despreciaba cualquier perfil que se saliese de ahí, incluyendo judíos, negros, latinos y aborígenes (tenía una extraña fijación con los nativos australianos). En una de sus cartas no se corta en decir que él no duda de la capacidad intelectual de algunos judíos, pero que llevar a niños a colegios judíos era una aberración, porque el sentimiento de alienación de los arios al verse entre gente de narices ganchudas y voces guturales sería terrible.

En otra perla epistolar, de 1933, critica de alguna manera los planteamientos hitlerianos, pero da una de cal y otra de arena, pues los critica no por su base, que considera totalmente correcta, sino por su fundamentación científica. No voy a explicar toda la historia, pero Lovecraft plantea que la configuración genética de negros y aborígenes australianos (!) está determinada para situarse en las escalas inferiores de la sociedad. Una joyita de persona, vamos.

Cuando repasamos su vida, no encontramos ninguna pista que pueda explicar -que no justificar- estas ideologías, salvo algo que tal vez pudo reforzarlas: su estancia en Nueva York, donde se sintió claramente discriminado al tratar de encontrar un trabajo en favor de gente de color, cuando él pensaba que estaba mucho mejor preparado que los demás para trabajar. No obstante, para entonces Lovecraft ya tenía muy claro que él era de la raza de élite, por lo que este tema sólo acrecentó sus ideas, según cuentan los estudiosos. Paradójicamente, se casó con una judía. De locos. Vuelvo a Egipto.

J.