Recién llegado estoy, con la mente todavía hemoglobínica, de ver lo último de Tim Burton, Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet. El título en sí es ya de un bizarro imposible, como toda la película. El simple uso de la palabra 'diabólico' (también presente en el título original) ya huele a aquellas producciones en technicolor de la Hammer. No está Christopher Lee, pero tampoco hace falta, porque tenemos a un Johnny Depp igual de desfasado. Y la sangre... pues hay mucha más que en los clásicos Hammer, pero es exactamente la misma, de un rojo pintura tan sumamente artificial que me encanta.
El caso es que lo último de Burton es un musical. A muchos puede sonarles un poco raro, pero a todo aquel que así piense... que repase los trabajos bajo la sombra Burton, que no es el primero. Ya tuvo un par de ellos, en slow-motion, con Pesadilla antes de Navidad y La novia cadáver. Pero esta vez el giro ha sido un pelín excesivo. Hay demasiado musical. Si repasamos las últimas películas de este tipo, con títulos como Chicago, Moulin Rouge, etc., hay un equilibrio muy bueno entre temas cantados y diálogos. Pero hay demasiadas canciones en la cinta de Burton, que hacen que a veces se ponga un poquito coñazo. Salvo esta pega, lo demás me ha resultado excelente.
Si hay algo que destaca son las interpretaciones. Tanto Depp como Bonham Carter (que cada vez se parece más a Gollum) están muy en su papel, y crean un patetismo, profundidad y singularidad a sus personajes bastante trabajado. El resto de secundarios, de lo más Burton. Una suerte de compañía de carnaval de las tinieblas, con la pareja protagonista como maestros de ceremonias.
Los números musicales están bien integrados, y la verdad es que todo el mundo tiene buena voz, leñe. Eso sí, como ya he dicho, a veces un poco cansinos. Sorpresa para mí, Danny Elfman no está detrás de la música, sino que esta vez la cosa ha corrido a cargo de Stephen Sondheim, que supongo estará relacionado con el musical original de Broadway.
La peli, como ya he dicho, es sangrienta. Pero es esa sangre tan encantadora, tan roja, tan artificial, que destaca tantísimo en esa escenografía y tono gris general de todo el film, que no podríamos decir siquiera que la película es 'sangrienta', en el sentido desagradable. Claro que yo también he visto mucha sangre en el cine, y lo mismo ya he perdido el norte... Igual que el propio Sweeney Todd. Me alegro de haberme dejado barba.
J.
1 comentario:
Te confirmo que Stephen Sondheim es el autor del musical original de Broadway. Este tipo, por cierto es uno de los más curiosos personasjes creadores de musicales "clásicamente renovados". Es decir no los parches que se hacen con canciones de grupos desfasados (ABBAs, MAcano...).
El que firma los anónimos
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