viernes, 26 de octubre de 2007

Lecciones literarias, capítulo 5: El canon literario

El concepto de canon literario es uno de los que más polémicas ha generado a lo largo de toda la historia de la literatura, debido a la confluencia de numerosos intereses (políticos, sociales, económicos...). Veamos si soy capaz de explicar un poco de qué va todo esto.

El canon (no el de la SGA€, sino el literario) se define como un corpus de obras que se consideran como las esenciales, seminales, imprescindibles, necesarias para ser estudiadas, a lo largo de toda la historia de la literatura. El problema no es pequeño, puesto que surgen algunos problemas de muy difícil solución, tales como cuántas obras deben componer ese canon, y quién o quiénes son las personas adecuadas para seleccionar dicha lista de obras maestras.

Los debates y discusiones han sido largas, intensas y totalmente infructíferas. Desde mi punto de vista creo que, personalmente el segundo, es un problema insalvable. Para elegir 'El Canon', con mayúsculas, se debería de escoger a una persona que hubiese leído toda la literatura universal y, además, que no tuviese ningún tipo de prejuicios e ideales, sino simplemente conocimientos estéticos y literarios. Como esto es totalmente imposible de conseguir, creo que todo canon existente es parcial, sesgado e interesado. La crítica literaria en su sentido más riguroso, como cualquier tipo de crítica artística, tiene un componente de subjetividad importante. Es cierto que existen pautas evidentes, que podrán llevarnos a criticar con cierta solvencia, ser capaces de distinguir un buena novela de una mala, pero poco más. ¿Qué hacemos cuando nos encontramos con 2000 novelas magníficas, y tenemos que seleccionar 100 para un canon? Que nos vemos obligados a tirar de otros recursos no tan literarios, tales como ideologías, corrientes de pensamiento, etc.

Ojo, con esto no estoy diciendo que un canon literario sea algo baladí, ni muchísimo menos. De hecho, creo que son parte importante de la crítica, pero pienso que a veces se les da más importancia de la necesaria, y se crean discusiones del todo innecesarias. Os pongo un ejemplo. Uno de los críticos más importantes hoy día (y repito, no me refiero al concepto de crítico que escribe en los periódicos o revistas que todos tenemos asimilado, sino al estudioso de la literatura) es Harold Bloom. Bloom publicó en 1999 un libro titulado El Canon Occidental, que creó un gran revuelo porque, en su lista de libros canónicos, incluía algunas opciones que nunca antes lo habían sido para otros estudiosos, tales como la para mí más que justificada elección de Drácula, de Stoker. Se generó una importante polémica que puso (incoherentemente) en entredicho la más que reconocida valía del autor. Una estupidez, desde mi punto de vista.

A lo que voy, si para Bloom (como para muchos otros, me imagino) Drácula es una novela digna de estar en SU canon, ¿dónde está el problema? Bueno, el problema está en el dogmatismo, en que todos estos casos pecan de que, o bien el autor intenta señalar su canon como el definitivo, o los lectores lo entienden así. Y se monta el problema.

Desde mi punto de vista, creo que existen tantos cánones como personas, o incluso más. Es decir, yo tengo varios cánones literarios. Uno podría ser mi canon de la literatura universal (lo cual ya está bastante sesgado, porque no he leído nada de ningún autor tailandés, por ejemplo), pero además tendría un canon de literatura fantástica, de literatura española o de poesía. Y sería capaz de fundamentar todas y cada una de mis elecciones, que probablemente no coincidirían con las de cualquier otro, que tienen la misma validez. Pero, cuidadín... aunque suene un poco clasista, pedante o como quieras llamarlo, sí considero IMPRESCINDIBLE para dar credibilidad a un canon el poseer unos ciertos conocimientos literarios. El canon que me pueda dar alguien que no ha leído más de 20 libros en su vida, siendo todos ellos best sellers me inspiraría bastante poca confianza. ¿A tí no?

Y ahora viene el gran problema de todo esto. La importancia y repercusión de aparecer en mi canon o en el tuyo es más bien poca a nivel global, pero la importancia de aparecer en el canon de Harold Bloom o Hillis Miller (al que tuve oportunidad de conocer, por cierto :P) es mucho mayor, porque lo que una autoridad en la materia (como lo son ellos) dice, dicta muchísimas cosas, entre otras qué es lo que conviene haber leído para estar al día en tal o cual corriente, o para tener un espectro 'canónico' de la materia, o qué pasos hay que seguir y estudiar, no sé si me explico. Y si un autor no aparece en los cánones de determinada corriente imperante en un periodo, ese autor es relegado al olvido. El problema, nuevamente, los dogmatismos y fanatismos.

En definitiva, creo que el canon es un problema sin solución, aunque tiene sus utilidades. Especialmente para profundizar en el pensamiento del autor que firma tal o cual lista de escogidos. Si hablamos de la literatura universal, está claro que hay un corpus que siempre está ahí, que no ha cambiado desde que Samuel Johnson crease la crítica literaria moderna en el XVIII, y claro, cuando tantísima gente, con tantísimos diferentes grupos de pensamiento y a lo largo de más de 200 años está de acuerdo en que, por ejemplo, Shakespeare y Cervantes están donde están, será por algo ;).

Buf, vaya rollazo os he largado, ¿no? Espero que hayáis sacado algo en claro.

J.

6 comentarios:

Manuel dijo...

¿Y por qué se debería considerar esa afirmación clasista o prepotente? Ahora está de moda ser políticamente correcto, tener "talante", y respetar todas las opiniones.

Nada más falso, las personas son respetables, las opiniones no. Si tu opinión es una soplapollez, supongamos por ejemplo el creacionismo en las escuelas, no sólo no voy a respetarla, sino que me voy a cagar en ella.

Respetando todas las opiniones se asume de forma implícita que todas están al mismo nivel y con el mismo grado de verosimilitud.

Evidentemente las opiniones pueden y deben expresarse, pero es un grave error colocarlas todas al mismo nivel debido a que no todos tenemos el mismo grado de conocimiento sobre la materia en cuestión.

Abdul Alhazred dijo...

Amén :D

Anónimo dijo...

Pues a mí el Canon que más me gusta es el de Pachebel (se escribe asíN?)

Salu2

Rompememes dijo...

Bueno, es imposible ser objetivo a la hora de hacer cualquier cosa. De hecho, es imposible tomar decisiones si no está implicada la zona emotiva del cerebro. Lo que sí está claro es que algunas decisiones u opciones se toman de manera más objetiva que otras (como suele ocurrir en el campo científico). Así que no veo tanto problema con el canon. Lo único que ocurre es que debes de tener claro quién ha elaborado ese canon y qué validez le das a sus criterios y gustos. ¿Y no sería posible elaborar un canon a partir de "cánones" elaborados por autores de distintas culturas?

Totalmente de acuerdo con Manolo: las opiniones no son respetables, las personas sí.

Y también me encanta el canon de Pachelbel.

Anónimo dijo...

A mí me parece que tal vez se puedan reconocer en los cánones las "obras maestras" de la literatura,pero comparto la idea de que ninguno va a pensar como yo,ni va a tener en la mente todas las impontas que me han "configurado" tal y como soy.Tal vez esté bien seguir un canon si tu oficio es la literatura,porque hay determinadas obras que tienes que/debes leerte,pero no si la literatura es tu hobby ya que seguramente para cualquier aficionado es difícil reconocer una gran obra como tal, porque carecemos de las herramientas necesarias para realizar un juicio sobre estilo,recursos literarios y todas esas cosas que hacen que una obra se seleccione para estos cánones.Además está el interés de que en un momento determinado una serie de obras salgan a la luz y otras ni siquiera se publiquen.Quizá la obra más magnífica que nunca leeré está en el cajón de alguien sin publicar!

Rompememes dijo...

Por supuesto que un canon tiene utilidad sobre todo para los estudiosos de literatura. Para los que leemos por hobby no tanto, pero creo que puede ser una buena lista de partida en muchos casos cuando te pica el gusanillo de leer algo más, aparte de los libros de la Dragonlance, y es posible que en esos cánones encuentres lecturas alternativas (aunque reconozco que yo nunca he usado ninguno). Desde luego, a mí me sería muy útil un canon sobre la literatura oriental si en algún momento quisiera leer y aprender algo sobre esa cultura ;)